Publicado el: 31/10/2011
Autor/es:
Julio Vilaboa
(Food Security Center (FSC), Universidad de Hohenheim, Alemania),
Natalie Keating (United States Peace Corps), Reyna Elisa Bautista, Pablo
Díaz y Ponciano Pérez (Colegio de Postgraduados, Campus Veracruz),
Olman Quiros (Universidad Nacional de Costa Rica)
Resumen
La expresión criollo representa a
bovinos nacidos en América que descendían de padres europeos. En México,
la CONABIO reconoce dos razas como nativas mientras que la FAO integra
tres más, entre las que destaca el Criollo Lechero Tropical (CLT). Esta
raza, caracterizada por su capacidad de soportar estrés al calor,
resistencia a parásitos y producción a bajo costo, se introdujo a
México en la década de los 60´s y su conservación ha estado a cargo de
asociaciones, universidades y centros de investigación. El inventario
del CLT apenas representa el 0.005% del inventario bovino nacional y se
desconoce su aportación en el volumen de producción lechera nacional;
sin embargo, la conservación y desarrollo de este recurso genético es de
importancia como proceso productivo alterno en hatos bovinos del
trópico mexicano. La finalidad de esta revisión de literatura es mostrar
una analogía del Criollo Lechero Tropical en la ganadería lechera
mexicana.
Palabras clave: AMCROLET, producción, razas, recurso genético, leche.
Introducción
En
México, a partir de algunas décadas se consideró de importancia la
conservación y rescate de los recursos genéticos nativos como parte de
un proceso productivo alternativo de largo plazo (Sierra, 1998). El país
cuenta con 45 razas bovinas, de las cuales 26 son europeas, 7 cebuinas y
12 sintéticas como resultado de cruzamientos entre éstas (FAO-SAGARPA,
2002). Por una parte, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de
la Biodiversidad (CONABIO) reconoce los bovinos Chinampo y Frijolillo
como razas originarias de México mientras que el Sistema de Información
sobre la Diversidad de los Animales Domésticos (DAD-IS) de la FAO
(1997), reporta como razas nativas mexicanas a la Boran (cebú),
Chinampo o del Desierto de Baja California (criollo), Lechero
Centroamericano o Criollo Lechero Tropical (CLT), Frijolillo (criollo) y
Santa Gertrudis (5/8 Shorthorn, 3/8 Brahman) (FAO, 1997). Según el
Informe sobre la Situación de los Recursos Genéticos Pecuarios (RGP) de
México, estas razas se conforman y desarrollan en hatos pequeños, en
sistemas de producción familiar mediante el pastoreo extensivo; dicho
informe menciona que la raza CLT está localmente adaptada pero es poco
utilizada y su población presenta una tendencia descendente; en cuanto
al grado de caracterización, el CLT cuenta con estudios descriptivos,
evaluaciones de sus cruzas y bases de datos de registros genealógicos
pero no presenta indicadores que midan el grado de utilización
(FAO-SAGARPA, 2002). La finalidad de esta revisión de literatura es
mostrar una semblanza del Criollo Lechero Tropical en la ganadería
lechera mexicana.
Panorama de la ganadería lechera en México
En
México, la producción láctea (9.1 millones de L) se destina para la
leche fluida (39%), yogurt (15%), leche en polvo (14%), queso (12%),
crema (4%) y otros derivados (16%); ocupa el tercer lugar en la
industria de alimentos (INEGI, 2002). El inventario bovino supera los 31
millones de cabezas de los cuales más de 2 millones 300 mil bovinos se
enfocan a la producción de leche (INEGI, 2007; SIAP-SAGARPA, 2005). La
industria aporta el 25% de la leche que se produce y consume en el país
(SIAP-SAGARPA, 2005), mientras que en otros países latinoamericanos como
Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia representan entre el 30% y 60%
(FAO, 2002). A nivel mundial, México, ocupa el 13avo lugar en la
producción de leche (0.17 %) por debajo de Alemania (23%), Francia
(21%), Reino Unido (12%), Holanda (9%) e Italia (9%) (SIAP-SAGARPA,
2005).
En el territorio nacional (196 millones ha) hay tres regiones
ganaderas definidas como la región Árida-Semiárida (43%), Templada (29%)
y la del Trópico Húmedo y Seco (28%). La región Árida-Semiárida tiene
el 20 % del hato nacional, la Templada el 16 % y Trópico (Húmedo-Seco)
el 64% de la población bovina nacional (Gallardo et al., 2010). Dentro
de estas regiones se han identificado cuatro sistemas de producción, el
especializado (17%), semi-especializado (15%), doble propósito (60%) y
de traspatio (8%) (Pérez et al., 2003). En los sistemas especializado y
semi-especializado se utilizan razas Holstein, Suizo y Jersey con un
tamaño promedio de hato entre 300 a 400 hembras adultas para el
especializado y entre 180 a 200 vacas para el semi-especializado; en los
sistemas doble propósito y de traspatio se utilizan cruzas de las razas
Suizo, Holstein y Simmental con Cebú con un hato promedio de 30 a 40
hembras adultas para el doble propósito y de 8 a 10 para el sistema de
traspatio (SIAP-SAGARPA, 2005). La utilización de la raza Criollo
Lechero Tropical (CLT) en la ganadería lechera es escasa; su inventario
representa el 0.005% del inventario bovino nacional y el 0.05% en
comparación con el estado que cuenta con mayor número de bovinos
(Veracruz, 3´681,925 bovinos), además que no se tienen estadísticas de
su aportación a la producción nacional. Tanto la CLT como las demás
razas criollas mexicanas, se manejan a través de Asociaciones de
Criadores de Ganado de Registro, los cuales son los encargados de
llevar el control genealógico y emitir los certificados de pureza
correspondientes a cada raza (SIAP-SAGARPA, 2005; FAO-SAGARPA, 2002).
Aunque
la ganadería lechera se desarrolla en todo el país (Tabla 1), la mayor
producción (56%) se concentra en los estados de Jalisco (18%), Durango
(10%), Coahuila (10%), Chihuahua (8%) y Guanajuato (7%) ubicados en las
regiones Árida-Semiárida y Templada, con sistemas intensivos y
semi-intensivos; el resto de los estados aporta el 44% de la producción
nacional (SIAP-SAGARPA, 2005). Los sistemas especializado y
semi-especializado presentan altos costos de producción (Santellano et
al., 2011) ; mientras que el doble propósito, caracterizado por el
ordeño manual, es de importancia no por su eficiencia productiva sino
por el hato que representa (Izaguirre et al., 2007). En este sentido,
independientemente de las razas y sistema utilizado, la producción de
leche ha sido insuficiente para satisfacer la demanda nacional por lo
que cada vez se tienen que importar mayores volúmenes, convirtiendo a
México en el principal importador de leche descremada en polvo
(SIAP-SAGARPA, 2005; Santellano et al., 2011).
En el trópico se
desarrolla el 80% del sistema doble propósito (DP) y se concentra en las
costas del Golfo de México y del Pacifico (Espinosa et al., 2000 y
Magaña et al., 2005). En el DP se utilizan cruzas Bos taurus x Bos
indicus en diferentes proporciones de cruza. Esta ganadería se
caracteriza por bajos índices productivos y reproductivos que inician
desde la fase de crianza con destetes de becerros a los 8 ó 10 meses de
edad (156 kg peso en promedio), producción láctea por lactancia de 815 L
(Díaz et al., 2001); edad a la pubertad de 30 meses en promedio; edad
al primer parto de 42 a 48 meses, periodo entre partos superior a 540
días y tasas de parición de entre 45 a 55% (Villa, 1994; Vite et al,
2007). El DP no busca alcanzar altas tasas de producción de leche por
vaca por día sino optimizar el uso de los recursos forrajeros
disponibles, al igual que requiere menor inversión de capital y nivel
tecnológico, esto en comparación con los sistemas especializado y
semi-especializado (Urdaneta et al., 2004; Magaña et al., 2005; Vilaboa
et al., 2009).
El Criollo Lechero Tropical (CLT)
El
primer ganado bovino que llegó a América fue traído por Cristóbal Colón
en 1493 y desembarcó en la isla de Santo Domingo; dos décadas más tarde
entró a Centroamérica (Puerto Rico, Jamaica y Cuba). Su introducción a
México, procedente de las Antillas entre los años 1521 y 1543, fue por
Tampico, Península de Yucatán y Veracruz (Rouse, 1977; Beteta, 1997). El
término criollo se refiere a bovinos nacidos en América que descienden
de padres europeos. Estos grupos genéticos, cuya finalidad principal no
era la crianza y producción (Mariante y Fernández-Baca, 1998), se
adaptaron evolutivamente bajo condiciones típicas de estrés. Así el
medio ambiente, el recurso genético y la interacción entre ambos
contribuyó a la conformación de bovinos con potencial de producción de
alimentos (Pariacote, 2000). Su propagación se debió, entre otros
factores, a la abundancia de recursos naturales libre de enfermedades y
la baja necesidad de insumos para la producción (López, 1987); sin
embargo, según Messina (1990), los primeros ejemplares se adquirieron
con la finalidad de romper esquemas establecidos en cuanto al uso de
razas más que el objetivo de incrementar la producción.
La raza
Criollo Lechero Tropical (CLT) descendió de bovinos traídos durante la
conquista y su distribución y desarrollo se estableció en las tierras
bajas de la vertiente del Golfo de México (Rosendo y Becerril, 2002). Su
desarrollo inicia en la década de los 60´s con la importación de 18
vacas de Nicaragua, 2 toros de Costa Rica y semen de 13 toros de
Centroamérica. El hato inicial se estableció en Tamaulipas en un rancho
propiedad de la Asociación Mexicana de Producción Animal (AMPA). En
1991, el hato núcleo se trasladó a Veracruz; en 1999, se inseminó un
lote de vacas doble propósito (DP) para producir la primera generación
de vaquillas F1 y posteriormente, en el año 2000, dicho hato, conformado
por 57 vacas adultas, 12 becerras y 5 toretes se estableció en el
predio Tepetates, propiedad del Colegio de Postgraduados, Campus
Veracruz (Díaz, 2005; Hernández et al., 2007). Actualmente, los núcleos
de ganado CLT en México son manejados por la Asociación Mexicana de
Criadores de Ganado Romosinuano y Lechero Tropical (AMCROLET)
(FAO-SAGARPA, 2002), asociación que se enfoca al respaldo y declaración
de las genealogías, expedición de certificados individuales, comparación
de valores genéticos entre hatos, mejoramiento genético de la raza y
control de registros e inventarios. La AMCROLET ha establecido hatos
experimentales o comerciales en el norte y centro de la Costa del Golfo
de México (Tamaulipas y Veracruz, principalmente); al 2010, dicha
organización contaba con un inventario de 1,657 bovinos registrados ante
dicha Asociación y 88 socios (activos y no activos) no obstante se sabe
de la existencia de hatos y productores no registrados (AMCROLET, 1998;
2010).
Según Primo (1992) y AMCROLET (1998, 2005), las
características para incorporar bovinos en la raza CLT (nivel de
fundación) son pelo corto (menos de 1 cm) escaso y brillante, piel
gruesa y pigmentada, arrugas alrededor de los ojos, cuello y frente;
canal del parto muy amplio, inserción de la cola descarnada, alta, borla
de la cola con muy escaso pelo; manto bayo o rojo con o sin cabos
negros, los overos sólo se admiten a nivel de 3/4 de pureza. El peso a
1º, 2º, 3º y 4º parto en hembras debe ser 360, 375, 425 y 450 kg
respectivamente y en toros adultos de 500 a 750 kg. Esta raza presenta
una producción media de leche en una ordeña de 1,110 a 1,180 kg en 305
días con apoyo del becerro; una lactancia de 318 días y 100 días entre
el parto y la concepción; la edad al primer parto es de 1,222 días y el
intervalo entre un parto y otro de 455 días (Díaz et al., 2005). Dentro
de las bondades que se le atribuyen al CLT se considera su fertilidad,
habilidad materna y capacidad productiva con requerimiento de pocos
insumos (Pariacote, 2000).
¿Qué se sabe y qué falta sobre el CLT?: algunas investigaciones
Sobre
el CLT se han realizado estudios para determinar su selección y
mejoramiento genético (Magofke, 1964; Álvarez, 1972; Deaton, 1979);
comportamiento productivo y reproductivo (Ríos, 1962; Medallo, et al.,
1997; Valle y Moura, 1986; Rosendo y Becerril, 2002; Díaz et al., 2005;
Martínez et al., 2006), respuesta a factores ambientales (calor)
(Hernández, et al., 2007); resistencia a ectoparásitos (González et al.,
2009), características de la leche y sus derivados (Estrella et al.,
2004; Guerrero et al., 2004; Díaz et al., 2005) así como su comparación
con otras razas lecheras o DP (Ponce y Bell, 1986; Casas y Tewolde,
2001; Cervantes et al., 2006; Martínez et al., 2006); sin embargo, se
carece de estudios sobre aspectos de importancia tecnológica y
socioeconómica ya que se desconocen los componentes tecnológicos
utilizados en los ranchos con bovinos CLT; las características
socioeconómicas de los productores que utilizan que esta raza y la
percepción éstos respecto a la incursión o no-incursión de este tipo de
ganado en sus hatos. Ya desde los 90´s se plateaban tres tópicos sobre
este tema; el primero en relación de demostrar la viabilidad y
factibilidad socioeconómica del CLT; el segundo, respecto a su capacidad
productora de leche en comparación con otras razas especializadas o DP;
y por último, la relación costo-beneficio en cuanto a su utilización
(Messina, 1990). Además, otro factor importante a considerar es la
invariable tendencia, probablemente por falta de información y
divulgación sobre el CLT, de los productores en utilizar razas y/o
cruzas orientadas a la producción de leche y/o carne en busca de
acrecentar los niveles de producción (Pariacote, 2000).
Esfuerzos de Conservación
En
Centro (Costa Rica, México, República Dominicana) y Sud América
(Venezuela, Colombia) mediante asociaciones de productores,
universidades y centros de investigación se ha trató de conservar y
desarrollar la raza CLT con el establecimiento de hatos experimentales,
demostrativos y productivos (De Alba, 2007). Los hatos experimentales
establecidos inicialmente en Maracay, Venezuela y Turrialba, Costa Rica,
perdieron su importancia (Vilaboa et al., 2011) sin embargo éstos
poseen información concreta sobre esta raza; además que éste último
(Turrialba) en su momento , proporcionó semen para la creación de dos
nuevos hatos en México y República Dominicana, respectivamente. En
Nicaragua, Doña Socorro vda. De Reyna y el Ministerio de Desarrollo
Agropecuario y Reforma Agraria manejan y divulgan dicha raza; en
República Dominicana el Centro de Investigación y Mejoramiento de la
Producción Animal; en Costa Rica el Ministerio de Agricultura y
Ganadería y en el Centro Agronómico Tropical de Investigación y
Enseñanza en Turrialba, Costa Rica, en Venezuela, en Hato Criollo
Limonero-MAC y en México a través de la AMCROLET, quien también cuenta
con información sobre parámetros productivos y reproductivos (Primo,
1992). Para el 2010, esta Asociación (AMCROLET), contaba con un
inventario aproximado de 1,675 bovinos, donde el 3% correspondía al hato
referencia macho y hembras; 2 % hato fundación machos, 47% hato
fundación hembras; 10% hato nacencia machos y 34% hato nacencia hembras;
mientras que el número de socios es de 88 (en promedio 19 bovinos por
productor), de los cuales 68% se consideran como activos y 32% como
no-activos, además que existen otros hatos de CLT y productores no
registrados (AMCROLET, 2010).
En general, las asociaciones,
universidades y centros de investigación relacionadas con el CLT cuentan
con objetivos comunes como identificar y establecer parámetros
productivos y reproductivos; incentivar la participación de los
productores en el uso de esta raza y desarrollar hatos de prueba para
su distribución y utilización de pequeña a gran escala (De Alba, 2007);
además de la caracterización morfológica, fenotípica, genotípica y
productiva así como el manejo de la variación genética (Sierra, 1998;
Segura y Montes, 2001).
A nivel gubernamental, en México, la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (SAGARPA), a
través de su Dirección General de Ganadería (DGG) y en coordinación con
la Confederación Nacional Ganadera (CNG), por conducto de sus
Asociaciones de Criadores de Ganado han conjuntado esfuerzos para la
conservación y desarrollo de los recursos genéticos pecuarios del país;
para ello, se creó el Programa Nacional de los Recursos Genéticos
Pecuarios, implementado por el Consejo Nacional de los Recursos
Genético Pecuarios, A.C. (CONARGEN) el cual está conformado por Gobierno
(federal y estatales), Asociaciones de Criadores de Ganado de Registro e
Instituciones de Educación Superior e Investigación.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTWvAG55LNc7bGfSXAY-gLG2wWgL7IU8-1ESkr2ZuPJidt9TLExlidEEG70mgX3MO1rnnwh9ZzqghHeSjApxVBUNMuDsgYdNIV4dJYA1ir0y0q6lE0C90t2Y5FI5w3fbq7A6js9zcETVZR/s280/3709_713.jpg)
Conclusión
El
Criollo Lechero Tropical (CLT) es una raza reconocida por FAO como
originaria de México. Diversas investigaciones han demostrado que esta
raza se caracteriza por su rusticidad y adaptación al trópico,
resistencia a ecto y endo parásitos y capacidad productiva a bajo costo.
Sin embargo, se carece de estudios sobre los componentes tecnológicos
que ocupan los ranchos ganaderos y las características socioeconómicas
de los productores que utilizan esta raza; además de la percepción de
los ganaderos sobre su factibilidad o no de introducción en los hatos. A
pesar que el inventario, ganado registrado en AMCROLET, no es de
importancia a nivel nacional y que se desconoce su aportación en el
volumen de producción lechera; el CLT es importante como medio de
conservación de uno de los recursos genéticos pecuarios de México y como
proceso productivo alterno en la ganadería tropical.
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