Al leer sobre las plantas y su cultivo es frecuente encontrarnos que es muy importante conocer el pH (o grado de acidez o alcalinidad) de la tierra que usamos para corregir, o no, sus deficiencias. Lo que nos suele dejar con dudas para luego olvidarlo o añadir aditivos de forma aleatoria, con el posible perjuicio que podemos ocasionar.
Para evitar esto podemos tener en cuenta unos principios sencillos que nos permitan desarrollar unas técnicas de utilización fáciles.
Al hablar del pH (potencial de Hidrógeno) no estamos refiriendo a una medida que va de 1 a 14 y que nos es otra cosa que la concentración de iones de hidrógeno que posee, en este caso, el suelo. Siendo 7 el valor para un ph neutro, por debajo de 7 ácido y por encima de 7 alcalino. El valor ideal para la mayoría de las plantas está entre 6 y 7, es decir, neutro o ligeramente ácido.
La medición del ph del suelo se puede hacer de diversas formas:
- en laboratorio,
- con aparatos especiales,
- con reactivos, por ejemplo, con papel tornasol, etc.
Los dos primeros sistemas de medición son algo costosos y fuera de nuestro alcance pero existe una técnica, menos precisa, pero igualmente válida que consiste en extraer de forma casera un líquido que nos sirva para efectuar nuestras pruebas en casa, basado en el mismo sistema que los reactivos que podemos encontrar en el mercado.
Preparación
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Algunos vegetales, especialmente verduras, producen pigmentos que pueden servirnos como indicador de origen natural para medir el pH, ya que en presencia de ácidos o bases se muestran cambios en su coloración.
Así pues tomaremos unas hojas de lombarda, o col morada, que cortaremos en lonchas finas. La agregaremos aproximadamente su mismo volumen en agua y lo pondremos todo a cocer. Separaremos el agua de la cocción, que tendrá un color azul violáceo, mediante un colador y la dejaremos enfriar.
Después tomaremos unos filtros de papel de los que se usan para filtrar el café en las cafeteras de caseras y los cortaremos en tiras de 1x5 cm. cada una y que empaparemos en el líquido que habíamos obtenido de la cocción de la lombarda. Estas tiras las dejaremos secar sobre papel de aluminio para no manchar nada y una vez secas las guardaremos en una caja o bolsa cerrada. El líquido de la cocción de la lombarda lo guardaremos en un frasco cerrado en el frigorífico o mejor aún en el congelador.
Medición del pH
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Si queremos hacer una prueba, tomamos una tirita de las que hemos preparado previamente y le añadiremos unas gotas de limón. Comprobaremos que su color se hace más rojo, señal de acidez. Si por el contrario tomamos otra tirita y le añadimos bicarbonato disuelto en agua, su color cambiará hacia el azul-verdoso, señal de alcalinidad.
También podemos hacer la prueba con tubos de ensayo o botes de cristal, utilizando directamente el líquido de la lombarda.
Para hacer mediciones sobre la tierra que deseamos estudiar llenaremos con ella un vaso y la empaparemos bien con agua limpia y no contaminada, si fuera posible, destilada para no influir en la medición. Después haremos escurrir este líquido a otro vaso haciéndolo pasar a través de un colador, o mejor aún a través de un papel de filtro de cafetera. Si es necesario aplastaremos bien la tierra para escurrirla. Con el líquido obtenido mojaremos una tirita de las que tenemos preparadas o lo vertemos sobre un vaso con el líquido de la lombarda.
El color resultante lo podremos comparar con la siguiente escala:
Color obtenido
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pH
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Significado
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Rojo intenso
Rojos violáceo
Rojo violeta
Azul violáceo
Azul
Azul verdoso
Verde
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2
4
6
7
7,5
9
12
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muy ácido
ácido
algo ácido
neutro
algo alcalino
alcalino
muy alcalino
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Aplicación
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Conociendo el tipo de suelo que tenemos en función del pH podemos utilizarlo para adecuarlo a las plantas o viceversa.
Básicamente hay cuatro tipos de suelo en función del grado de pH:
- Alcalinos (7,5): caléndulas, cipreses, manzanos, petunias, rosales y tulipanes.
- neutros (6,7 a 7): anémonas, canas, dalias, gladiolos, lirios, sauces, tejos y violetas.
- Ácidos (6): arces, begonias, brezos, ciclámenes, laureles, lavandas prímulas y rododendros.
- Muy ácidos (4,5): rododendros, gardenias, helechos, hortensias y hayas.
No obstante, podemos modificar las características del suelo para adaptarlas a nuestras plantas, por ejemplo, para rebajar la acidez, es decir, aumentar la alcalinidad, usaremos carbonato cálcico en la medida de 1 gramo por cada litro de tierra para rebajar 0,7 el pH (calcular múltiplos) o añadiendo cáscaras secas y trituradas de huevo.
Para rebajar la alcalinidad, es decir, aumentar la acidez, añadiremos turba rubia u hojas de encina.
Los resultados podremos comprobarlos con las tiritas que hemos preparado o directamente con el agua de cocción de la lombarda, incrementando el aditivo que estos utilizando sobre el suelo hasta obtener el resultado deseado.
En algún sitio es posible leer que colocando pequeñas pilas de botón gastadas alrededor de azaleas y gardenias aumentaremos la acidez del suelo y mejoraremos la vivacidad y color de sus flores. No obstante esta práctica debería desaconsejarse porque las pilas son unas de las fuentes de contaminantes de alto riesgo para la salud que existen actualmente y utilizarlas significa que cuando nos deshagamos de la tierra de nuestras plantas estaremos contaminando el medio ambiente con sustancias muy tóxicas para nuestra salud.
Las lombrices son un buen indicador de que una tierra está entre un pH de 5 y 8, ya que éstas sólo pueden vivir en este rango.
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1 comentario:
muy buena información. gracias.
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